El SIC y una cuestión de identidad: secretos del campeón que hizo culto a los principios históricos del club

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Ganador del Top 12 de la URBA y del Nacional de Clubes, el Zanjero impone su jerarquía. Eduardo Victoria, Patricio Nealon y Federico Serra analizan los fundamentos de un equipo ambicioso

22 de noviembre de 202300:01

Nicolás Casanova

Las tradiciones se transmiten con el ejemplo y también con las palabras. Pasan de generación en generación, se adoptan y marcan la identidad. Hay una rutina que se repite cada vez que el San Isidro Club entra en una cancha de rugby. Los 15 jugadores se reúnen en un sector de la cancha como un cardumen, forman una ronda, giran sobre el mismo eje y simplemente se pasan una pelota. “La ronda es una rutina que nos enfoca, nos lleva a nuestra identidad. Cuando hacemos la ronda, estamos siendo el SIC y nos estamos diciendo ´esto lo hacemos nosotros hace 50 años´. Es entrar en la cancha y decir: Vamos a jugar con nuestra identidad, que es la que tratamos de mantener hace muchísimo tiempo. Obviamente adaptándonos al juego, que evoluciona y cambia todo el tiempo, pero siendo el SIC”, explica Patricio Nealon, uno de los entrenadores del equipo campeón.

El dramático desenlace de la final ante Alumni, con un penal de Joaquín Lamas en la última jugada, le devolvió la gloria al SIC después de cuatro años en los que no dejó de ser protagonista en la URBA. La pandemia no frenó el impulso del título del 2019. En el 2021 y 2022 quedó al borde de la consagración, luego de perder las finales por un punto ante CUBA y cinco ante Hindú y en este 2023 recuperó la corona del rugby de Buenos Aires sostenido en un equipo renovado, joven y con hambre de ir por más. “Es difícil hablar de un techo. Ponernos un techo sería decir que tenemos un límite, que tenemos una línea marcada. Lo que está buenísimo es que siempre el techo sea el objetivo para tener la aspiración de querer ser mejor. Si el ser mejor tuviera una meta, llegaría un momento en el que no buscarías superarte”, cuenta Eduardo Victorica, la cabeza principal del staff campeón.

Los festejos del SIC tras ganarle una final dramática a Alumni
Los festejos del SIC tras ganarle una final dramática a AlumniLA NACION/Santiago Filipuzzi

¿Cómo definirías la identidad del SIC?

–La identidad es el club en sí mismo, es como el club es. Es un lugar de formación, donde te reunís con tus amigos y donde practicás el deporte más lindo que existe. Es un lugar donde te refugiás y encontrás alegrías. Muchas personas marcaron la identidad del SIC. El Pastor Fernández Madero no jugó en primera división, pero es un tipo del que hoy y el día de mañana se va a hablar seguramente. Nosotros lo vivimos muy intensamente, en otros clubes seguramente también, pero acá creemos que nos hacemos muy fuertes en eso y lo respetamos mucho.

Hablaste de que todavía son un equipo en formación.

–Lo digo porque los jugadores no tienen la cantidad de temporadas recorridas para tener ciertos aspectos del juego, madurez y toma de decisiones. Inclusive físicamente en cuanto al contacto. Si ellos han podido lograr tanto con tan poco recorrido, todavía es un equipo en formación por la cantidad de años que les queda por jugar en este nivel.

¿Cuánto del presente del SIC está en lo largo y nutrido del plantel?

–Un club no es sólo la Primera. La primera es lo que más expone y es donde todos aspiran a jugar: entrar a las 15:30 en la cancha principal. Es totalmente aspiracional. Se les da a algunos y a muchos no, por eso la unión de los clubes está en que todos luchan por ocupar un lugar ahí. Es difícil cuando todo lo pensás desde la Primera. Vos podés tener un equipo bien preparado, pero la clave está en cuánto plantel tenés y cómo están las juveniles”.

¿Cómo lo administran?

–Tener un plantel de mucha gente es buenísimo. Tiene su lado más trabajoso, que es la organización, principalmente cuando no tenés tanto espacio, con divisiones juveniles que se entrenan los mismos días. Requiere de muchos colaboradores y gente que acompañe la aspiración del jugador. Qué todos tengan la aspiración de querer jugar en el mejor equipo posible el fin de semana.

Paco Lamas con la copa de campeón del Top 12. El apertura fue clave en la definición de la final
Paco Lamas con la copa de campeón del Top 12. El apertura fue clave en la definición de la finalLA NACION/Santiago Filipuzzi

El plantel más amplio

El SIC cuenta con el plantel superior más amplio del rugby argentino. Sostiene ocho equipos del plantel superior, desde la Primera hasta la Preintermedia F. En la reanudación del rugby post pandemia, ha mostrado un predominio sobre el resto. Los tres equipos más importantes jugaron todas las finales en los últimos tres años. Este año la Primera, Intermedia y Preintermedia A salieron campeonas, mientras que la camada 2004, que subirá al plantel superior en los próximos meses, se quedó con el título de menores de 19.

“En un torneo así de largo, si tenés 15 jugadores buenos es muy difícil. Necesitas tener un plantel con bastantes jugadores”, argumenta Nealon sobre su club, que tiene material de sobra para ser protagonista durante varias temporadas: de los titulares en la final de la URBA, sólo Marcos Piccinini y Marcos Borghi alcanzan los 30 años de edad. La base de los líderes está afianzada y aún es joven: Andrea Panzarini, Tomás Meyrelles, Juan Soares Gache, Santos Rubio, Carlos Pirán y Lamas están en un rango de 26 a 28 años y todavía tienen mucho por ofrecer. Además, cinco jugadores de la camada 2002 fueron titulares en el encuentro cumbre. Son los que tomarán la posta del liderazgo en un futuro.

Patricio Nealon, Eduardo Victorica y Federico Serra en una terraza del SIC
Patricio Nealon, Eduardo Victorica y Federico Serra en una terraza del SICAlejandro Guyot – LA NACIÓN

Cómo se trabaja

Lunes 8:30 AM es la hora fijada para la reunión de entrenadores. En la sede central del SIC, el staff compuesto por Eduardo Victoria, Federico Serra, Patricio Nealon, Tomás Borghi y Bruno Vitale se junta para analizar el partido del sábado y planificar la semana de trabajo, con la mira puesta en el sábado siguiente. Una rutina que se repite desayuno mediante. Luego, se suman los martes y jueves para instrumentar su metodología de trabajo con los jugadores, siempre enfocado en su propio juego. Analizan aspectos puntuales de los rivales, pero el foco principal está en el plan de juego del SIC. Las destrezas básicas las buscan pulir en la etapa de juveniles; en el plantel superior lo primordial es consolidar el juego integral.

“En el SIC hay muy buenos procesos. Siempre se plantea mejorar el juego, es el principal objetivo. A partir de eso, poder disfrutar adentro de la cancha. Los jugadores se convencieron de apuntarle al juego y tener más herramientas. Lo que hace la diferencia entre lograr estos objetivos o no lograrlos es el entusiasmo de los jugadores por el juego, por el SIC y lo que ellos generan dentro del grupo. Los resultados no son el principal objetivo. No es un objetivo en sí. El análisis va por otro lado”, explica Federico Serra, que, como jugador, disputó seis finales de la URBA con su club, jugó en los Pumas y logró la Medalla de Bronce en Francia 2007. El ex fullback se retiró en el 2015 luego de una larga trayectoria y ejemplifica lo que les sucede a muchos jugadores que dejan la actividad en todos los clubes a lo largo y ancho del país. “Hay un momento donde podemos estar adentro de la cancha y nos gusta seguir estando cerca del juego y aportar algo a los que les toca jugar. El club manda”.

El scrum como religión

Si hay algo que distingue al SIC es la trascendencia que tiene el scrum en su juego. Desde la llegada de Catamarca Ocampo en 1969 fue forjando su carácter y su juego a partir de esa formación. Construyeron una disciplina que lo convirtieron en un club modelo. Patricio Nealon hizo escuela, fue un pilar formidable en el conjunto de Boulogne, una pieza importante en el engranaje del equipo que logró el tricampeonato entre 2002 y 2004. La primera línea Nealon-Pietranera-Rospide salía de memoria.

¿Qué significa el scrum para el SIC?

–El scrum tiene que ver con nuestra identidad, cómo lo entrenamos y cómo la tomamos. Lo que significa tiene que ver con lo que somos nosotros como club. La técnica la trajeron Catamarca Ocampo y el Veco Villegas en los ‘70. Acá encontró un caldo de cultivo de una camada de jugadores que lo tomaron y lo hicieron bien. Eso marcó a fuego lo que vino hasta el día de hoy. Yo creo que revolucionó el scrum del mundo. La idea de dejar de hookear y obtener la pelota mediante el empuje fue algo que no se hacía en ningún lado. Eso, en el SIC y después en los Pumas, cambió el scrum en el mundo y ese es el gran legado y la forma que lo vivimos. Para nosotros el scrum es el resumen de lo que es el juego en equipo. La fuerza individual de cada uno de los ocho forwards es menor que la fuerza de todos combinados. Eso llevado al resto de las facetas del juego siempre nos ayudó a ordenarnos y prevalecer en los partidos.

El scrum, una religión para el SIC desde los tiempos de Catamarca Ocampo y del Veco Villegas
El scrum, una religión para el SIC desde los tiempos de Catamarca Ocampo y del Veco VillegasRodrigo Néspolo – LA NACIÓN

¿Cómo tomaron todas las medidas y cambios que hubo en la formación?

–Fueron cambios que nos costaron más que a otro club. Cuando arrancaron con el tema del hookeo, nos juntamos con el Chato González Bonorino, Ramiro Martínez Frugoni y dijimos “Tenemos que empezar a enseñarle a hookear a los jugadores”. Cuando trajimos a los primeras líneas, un hooker era Lucas Rocha, hijo de Coco Rocha, hooker del SIC de los 70. El otro era Cleto Pérez Cobo, hijo de Javier Pérez Cobo, hooker del SIC en los 80. Nos miraban diciendo: “Ustedes están locos, no lo pensamos hacer”. Para nosotros hookear siempre fue algo prohibido. Si bien el Veco Villegas lo veía como algo por sumar a su técnica más adelante, siempre pensamos que si empezábamos a levantar la pata íbamos a empezar a dejar de empujar y coordinar, que es lo que siempre hicimos.

¿Cómo se las ingeniaron?

–La regla fue medio confusa. Tratamos de adaptarlo y hookear después de hacer un empuje. El año pasado cuando nos clasificamos a los play-off nos juntamos con los más referentes y dijimos que teníamos un mes para aprender a hookear. El jugador más joven lo agarra más fácil, tiene menos bloqueos para hacerlo. A los demás nos costó un poco más. Hubo reuniones con Juanjo Angelillo y todos los referentes del SIC. Grandes, jóvenes y entrenadores actuales. Desde el inglés Cutler, el Bambi Soares Gache, el Gringo Perasso, Diego Cash y muchos más para plantearles lo que estaba ocurriendo y que teníamos que adaptarnos al nuevo reglamento. El SIC, en su historia, siempre cumplió el reglamento y era lo que teníamos que hacer. Hookear era como una mala palabra. Era algo que no podía decidir ni yo ni un solo entrenador, sino que teníamos que hablarlo y que todos estén al tanto de lo que íbamos a hacer. Explicamos que, si bien íbamos a aplicar nuestra técnica al nuevo reglamento, no íbamos a tocar nada de lo filosófico. Nos propusimos darle mucho foco a la formación y de lo que tiene que ver con nuestra identidad. Nos costó un tiempo, pero hemos ido mejorando. También tiene que ver que el año pasado tuvimos primeras líneas muy jóvenes y este puesto es más de experiencia. Tuvimos una evolución tanto en la formación como en la técnica de hookeo.

El piletazo tradicional de los campeones, en este caso del Nacional de Clubes, tras derrotar a Universitario de Tucumán
El piletazo tradicional de los campeones, en este caso del Nacional de Clubes, tras derrotar a Universitario de TucumánLucas Mangi

Cuando Nealon termina de argumentar los cambios y expresar la importancia de esta formación para el club, Victorica, explica el mensaje que bajó la Unión Argentina de Rugby con el scrum. “No hubo un cambio reglamentario, fue una interpretación y una bajada de línea de la UAR. El reglamento no dice que hay que hookear inmediatamente, sino hookear. Nosotros queríamos tener esta formación segura, estable y sólida. Lo que la UAR bajó línea en la URBA y que hicieron mandatorio es que el equipo que arroja la pelota debe hookear inmediatamente. Ahí es donde nuestra técnica cambiaba muchísimo. No teníamos la posibilidad de ganar una entrada. Eso se consensuó y se planteó acá. Consensuamos con los referentes cuáles eran las mejores ideas para instrumentar lo que estaba haciendo Pato con el scrum”.

La dramática final con Alumni

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En el 2022 el SIC sufrió en varios tramos de la temporada el scrum, pero en el 2023 volvió a mostrar cierta solidez, con un mix de jugadores jóvenes (Ignacio Bottazzini, Benjamín Chiappe y Juan Pedro Olcese) y experimentados (Marcos Piccinini, Lucas Rocha y Ricardo Macchiavello) en la primera línea.

Serra, Victorica y Nealon, ejes de otro ciclo inolvidable del Zanjero
Serra, Victorica y Nealon, ejes de otro ciclo inolvidable del ZanjeroAlejandro Guyot – LA NACIÓN

Al título del torneo de la URBA lo prosiguió el del Nacional de Clubes, que de Nacional tiene poco. Se convirtió en una superfinal entre el campeón de Buenos Aires y el del Interior, Universitario, de Tucumán. “Estaba bueno poder tener un torneo a nivel nacional y jugar con equipos del interior. En términos de competencia está bueno jugar con los mejores. Quizás a veces se hace pesada esa situación de un año entero, sobre todo para jugadores que no son profesionales”, admite Serra, mientras que Eduardo Victorica retoma el tema de la identidad para argumentar la importancia que le dieron a la final. “Si el techo hubiera sido la final de la URBA y ése era nuestro objetivo, estaríamos todos en la pileta y el sábado quizá no nos hubiéramos presentado. Nuestro juego no tiene techo, no porque somos invencibles: es porque somos ambiciosos en querer mejorar todo el tiempo. La final es una oportunidad de jugar un partido más en la primera división. No es lo mismo jugar nueve partidos o diez en la primera del SIC. Todos queremos jugar mil. Nuestros chicos piensan eso también o por lo menos si no lo tienen tan interiorizado, es nuestro legado metérselo. Nosotros mamamos eso de Catamarca Ocampo, del Gringo Perasso, del Negro Iglesias, de Juanjo Barceló, del Tano Loffreda, del Pelado Maschwitz, del Gordo Conti y así te puedo nombrar un montón. Eso es el legado”.

La fiesta inolvidable de un gran campeón: logró su titulo 27° en la URBA
La fiesta inolvidable de un gran campeón: logró su titulo 27° en la URBALA NACION/Santiago Filipuzzi

Nicolás Casanova

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