FORMAR UN EQUIPO
Miguel Negro Iglesias
Las divisiones inferiores de nuestro Club han sido desde siempre motivo de especial preocupación de los dirigentes, en su intención de consolidar los diferentes grupos en base a principios que de alguna forma, son parte fundamental de los convencimientos del San Isidro Club.
Es por ello que a los entrenadores de las divisiones infantiles y juveniles los ha animado siempre en sus funciones, la pasión por el rugby como un juego formativo, sin ninguna otra ambición que no sea la de colaborar poniendo lo mejor de sí mismos, para que los chicos y jóvenes se diviertan.
En definitiva han disfrutado por el solo hecho de entrenar, más allá de hacerlo en divisiones A, E, C ó D.
La historia del SIC, rica en anécdotas y ejemplos, nos ha ido marcando con premisas que difícilmente pueden ser vulneradas. Una de ellas es prioritaria, básica e irrenunciable: ser imparciales con los jugadores, no concentrándose sólo en los buenos, para evitar que el interés por un equipo ganador nos haga olvidar a todos, buenos y no tan buenos.
Hemos sostenido siempre que el rugby es un juego de amigos en el cual, la primera condición para formar parte de nuestro Club es ser una buena persona como característica primaria, sin más exigencia que la disposición personal de cumplir sin excusas con lo que el rugby reclama: corrección, respeto y lealtad.
Los jugadores nos convocan para disfrutar de las alegrías de este juego fenomenal, con una actitud que hace al sentimiento de orgullo de ser un jugador de rugby y que los que entrenamos no podemos defraudar.
Para ello debemos ser correctos, respetuosos y leales con los jugadores, con el juego y con lo que pretende nuestro Club.
El rugby del SIC no es de los buenos jugadores únicamente; el rugby del SIC es de “Los Jugadores”. De los que juegan bien y de los que no lo hacen tan bien; de todos los jugadores.
Todos conforman nuestro Club, por lo que no debería existir la menor duda sobre que ningún jugador de cualquier división, pueda quedar sin jugar, como un principio de justicia y de inteligencia que debemos cumplir con naturalidad.
Es mi intención reafirmar que las distintas divisiones del SIC deben conformarse de tal manera que todos sus integrantes, socios del Club y que cumplan con las exigencias propias del juego, tengan el placer de jugar, sin caer jamás en la tentación de excluir a alguno, esgrimiendo dudas sobre el valor de sus características atléticas o por su falta de conocimientos técnicos.
Ningún jugador del SIC puede quedar sin jugar durante el fin de semana. Si por una seria cuestión de organización o por cualquier otra causa mayor, no todos pueden integrar los equipos en una fecha, los entrenadores deberán estar atentos para que de ninguna forma dejen de jugar en dos partidos seguidos.
No existe en la práctica impedimento alguno de ninguna naturaleza, que justifique el error conceptual de excluir a un jugador por el solo hecho de no jugar bien o de hacerlo decididamente mal, en la medida que ellos respondan a las reglas de forma y de fondo, de manera acertada.
Nuestro desafío como entrenadores es enseñar y transmitir el espíritu y la técnica del buen juego a todos nuestros jugadores, sabiendo que ganar o perder dependerá de un sin fin de factores y no necesariamente de poner a uno o a otro.
Los clubes exitosos se conforman sumando pequeños detalles, tratando de cometer la menor cantidad de errores posible y si todos comprendemos que “una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil”. Uno de los eslabones más débiles de cualquier club de rugby será, sin dudas, que alguno de sus jugadores no juegue y ese es un error que no podemos cometer.