SIC: el alumbramiento

Apenas se había jugado la mitad del campeonato de 1935, y el Club Atlético de San Isidro conservaba el liderazgo, acechado por Gimnasia y Esgrima. El bicampeón local –en 1930 logró el récord de 13 coronaciones encadenadas–, ocupaba la cima con 19 unidades, dos más que el conjunto de Palermo. Esa estrecha diferencia la determinaba la caída en la segunda jornada del certamen, el 12 de mayo, frente a Gimnasia por 20 a 9, y el empate 3 a 3 al visitar a Atlético del Rosario, en la novena.

Todo transcurría con normalidad en el CASI, aunque desde comienzo de año, con la asunción como presidente de Julio César Urien (José Bincaz era el secretario), se abrieron pronunciadas diferencias. ¿La causa? Los jugadores de rugby participaban de la elección del titular de la subcomisión de ese deporte, pero ese año no fue así. Urien designó en el cargo a Roberto Durrieu sin escuchar a los rugbiers. Las discrepancias eran importantes, pero eso no tenía injerencia en la vida deportiva. Hasta que llegó el domingo 14 de julio…

Segunda derrota con Gimnasia. Ese día, por la 12a fecha, el Atlético recibió en su cancha al duro Gimnasia. El choque era clave para conservar el primer lugar. Pero los visitantes actuaron en gran forma y vencieron por 9 a 3. Con esa victoria, ambos equipos quedaron en los más alto de las posiciones, con 19 puntos. Detrás se ubicaban Olivos, Belgrano e Hindú (los tres, con 14 puntos), y Rosario, con 13.

El wing Juan Lavenás marcó el único try de los sanisidrenses –Arturo Rodríguez Jurado falló en la conversión–, y la alineación del CASI en ese compromiso fue: Roberto de Abelleyra (capitán); Roberto Green, Emilio Cilley, Carlos Vidal Molina y Juan Lavenás; S. Schmitt y Adolfo Guido Lavalle; Arturo Rodríguez Jurado, E. Groteschi y Ernesto Cilley; Carlos Zocchi y Luis Chiappe; Jorge Stewart, Alasdair Stewart y Horacio Savino.

Tercer tiempo con consecuencias. Luego del encuentro se realizó en el salón Cullen el tradicional tercer tiempo, en el cual no participó ninguna mujer –como era costumbre– y sólo se quedaron once jugadores de las distintas divisiones del club, dos hombres de Gimnasia, un integrante de la Unión de Rugby del Río de La Plata –tal el nombre de la UAR por entonces– y el capitán general del Club Universitario de Buenos Aires, Harald “El Mono” Maurer.

Cerca de las 21.30, con las instalaciones desoladas, a uno de los comensales –uno de los invitados ocasionales– se le volcó una copa de vino sobre el pantalón. Para no seguir comiendo en esas condiciones, se quitó la prenda. Acto seguido, Jorge “El Francés” Conrad, uno de los integrantes del primer equipo sanisidrense, propuso solidarizarse recordando su nación de origen. Como ese día era el aniversario de la Toma de la Bastilla, Conrad habría expresado: “Nosotros somos como los sansculottes…”, en referencia al influyente grupo revolucionario de 1789, y también se quedó en calzoncillos. Varios de sus compañeros lo siguieron, y todos continuaron sentados a la mesa.Ads by 

Sanciones por actos indebidos. Esta escena fue observada por un socio ajeno al rugby (Marcelo Tomé), que le informó a la comisión directiva lo que había visto. El martes 16 por la noche, se reunió la CD del CASI y tomó la siguiente resolución:

1) La suspensión de los jugadores de San Isidro concurrentes a la comida por el término de uno y dos años. Estas penas eran las más graves que se registraban en este deporte. Los castigados fueron: A. Rodríguez Jurado, J. Stewart, J. Lavenás, A. Stewart, Jorge Cilley, Basil Mahjoubian, Alfredo Stewart, Félix Lonné, Juan Harrington, Juan C. Lonné y Horacio Castro Videla. (N. de la R.: al momento de la sanción, Alfredo Stewart, Jorge Cilley y Juan C. Lonné estaban imposibilitados de jugar por un accidente de rugby).

2) Enviar una nota a Gimnasia, a la Unión de Rugby y a CUBA, comunicándoles la asistencia de los invitados especiales a ese encuentro.

Negociaciones infructosas. Recibidos los castigos –tres ejemplares de estas cartas están en un cuadro en el SIC–, Jorge Stewart, David Millar –como síndico– y Luis Cilley intentaron acercarse para dialogar con la CD, para transmitir la postura de los jugadores sancionados. Estos no pedían el levantamiento de la pena, sino que fueran autorizados para entrenarse dos horas los jueves y disputar los partidos reglamentarios. Acataban la sanción y se abstenían de concurrir, por los plazos de las suspensiones, al sector social de la institución. Unicamente deseaban seguir jugando.

Sin embargo, las autoridades no atendieron esta solicitud –como otras propuestas– y la relación, que ya era tirante, se quebró. Primero renunció como miembro de la subcomisión de rugby, el Sr. Stanfield, y copiaron la actitud Luis Cilley (capitán de tercera división C) y el resto de los capitanes: De Abelleyra (primera división), Roberto Canzio (segunda división), César Costa (tercera división A), Adolfo Basso (cuarta división A), Mario Dolan (cuarta división B). El capitán de la tercera división B no renunció. La situación se agravó, porque encolumnados detrás de sus líderes unos 70 jugadores del club se solidarizaron y también se abstuvieron de jugar.

Una comitiva compuesta por los ex jugadores Roberto Madero, José M. de la Barrera, Vicente Ortuño González, Irineo Zocca y Oscar Meana buscó llegar a una conciliación (hasta se propuso reducir las penas de dos años a 90 días, y las de un año, a 60 días). Las reuniones y la búsqueda de un acercamiento para llegar a una solución fueron varios, pero agotadas todas las instancias y al no entablarse un diálogo claro y directo, los vínculos no pudieron ser reestablecidos. No hubo reconciliación posible.

Un equipo con juveniles. El torneo siguió (restaban dos meses de competencia), y el domingo siguiente hubo que ser anfitrión de Lomas, que marchaba último. Entre los suspendidos y los compañeros que se sumaron a la causa (los involucrados se negaron a identificar esta postura como una huelga, pero su carácter era innegable), el CASI no dispuso de sus principales figuras. No se adhirieron a la negativa de jugar Adolfo Guido Lavalle (designado como nuevo capitán), Horacio Savino y Roberto Durrieu.

Entonces, el 21 de julio de 1935, el Atlético presentó ante Lomas una alineación conformada por los siguientes rugbiers de la tercera división B (la categoría C no pudo formarse): César Costa; Héctor Péndola, Ricardo Sastre, Carlos Belma y Mariano Beccar Varela; Carlos Montes de Oca y Manuel María Beccar Varela; Roberto García Guevara, Juan Carlos Dardalla y Adolfo Guido Lavalle (c); Peter Bernard y Luis Obarrio; Arturo Meyer, Jorge Costa y Saúl Zocchi.

Durante el cotejo, Sastre se lastimó una rodilla y el equipo sanisidrense se quedó con 14 hombres. Además de esa desventaja, los jóvenes lucharon con entereza para sobreponerse a la presión, a las adversidades y a la derrota parcial por 5 a 0. En una formidable acción personal, Manuel Beccar Varela logró anotar un try cerca de la bandera, pero de la emoción y el esfuerzo, le dio una crisis de nervios y debió ser retirado. Mariano Beccar Varela falló en el intento de conversión, y el CASI cayó por 5 a 3. De todas maneras, el público invadió el campo, en un gesto de reconocimiento para la encomiable entrega de sus representantes.

Nunca perdió tantas veces. Las gestiones en busca de una solución no prosperaron. Los juveniles pasaron a ser los protagonistas principales, y se desempeñaron en los seis compromisos que quedaban del certamen. Después del traspié con Lomas, el CASI perdió como visitante por 17 a 6 con Charrúas –el penúltimo–. El fin de semana siguiente, como tenía fecha libre, organizó una amistoso ante Old Georgians y también fue derrotado (11 a 10). El retomar el calendario, fue superado por Belgrano (10 a 0) y, en San Isidro le ganó por 14 a 9 a Pacífico –en la actualidad, San Martín–. Pero luego continuaron las derrotas: ante Buenos Aires por 19 a 3, con Atlético del Rosario por 17 a 14 y cerró la temporada con el traspié por 17 a 6 ante CUBA (Maurer, que había asistido al tercer tiempo del 14 de julio, apoyó un try).

El campeonato, en el que intervenían 11 conjuntos (se enfrentaban todos contra todos, en dos ruedas), finalizó el 22 de septiembre; Atlético del Rosario se quedó con el título, con 29 puntos. Lo escoltaron Olivos e Hindú, con 28. El CASI terminó sexto con 21 unidades, producto de diez triunfos, un empate y nueve caídas (200 tantos a favor y 178 en contra).

Para tomar real conciencia del poderío del Atlético, vale indicar que nunca antes había sufrido nueve derrotas en un certamen.

n La ruptura definitiva. Mientras duraba la pulseada entre las partes, los jugadores “apartados” organizaron encuentros amistosos, pero como el club los había eliminado de los registros en la Unión, a la formación la llamaron Abelleyra XV (“Los Quince de Abelleyra”), y usaron una camiseta sin ningún tipo de identificación con el CASI.

Como las versiones y la puja arreciaban una ciudad que, para esa altura de los acontecimientos, estaba divida, en representación de más de setenta rugbiers, el 15 de agosto se editó un pequeño libro –de 30 páginas–, en el cual los deportistas que pugnaban por ser escuchados hicieron pública una minuciosa narración de los sucesos. Dicha obra, titulada “Nuestra palabra”, se repartía casa por casa de todos los socios del Club Atlético de San Isidro. En ese escrito está puntillosamente explicado cada acto, y hasta se transcribieron las resoluciones y un comunicado de la comisión directiva. Las generaciones subsiguientes protegieron con recelo este pequeño libro, para evitar que los rencores de antaño volvieran a aflorar. Por eso, no muchos conocen la existencia de esta publicación.

Hacia fin de año se realizaron elecciones en el CASI, y el grupo opositor a la conducción resolvió presentarse con una lista propia, con José María Pirán como candidato a presidente. En los comisios fue reelecto Julio C. Urien –se mantuvo en el cargo hasta 1945–, hecho que motivó que los “disidentes” optaran por dejar la institución y se abocaran a un proyecto que desde hacía un tiempo los estaba inquietando: fundar su propio club.

n 440 socios fundadores. La movilización no se hizo esperar, pero la escisión adquirió gran dimensión, puesto que a los rugbiers se unieron las jugadores de hockey–el plantel de primera casi en su totalidad–. Cuando se cumplieron cinco meses exactos de aquel tercer tiempo tras la derrota ante Gimnasia, cobró vida la nueva entidad social-deportiva: el San Isidro Club.

El domingo 14 de diciembre, bajo el añejo algarrobo del jardín de la histórica Quinta de Pueyrredón, que ese año la familia Aguirre aceptó alquilar por 6000 pesos moneda nacional por mes –el contrato se hizo por un año, con opción a otro– se efectuó la asamblea constituyente. A dicha reunión se adhirieron 440 personas (278 hombres y 162 damas), y todos fueron reconocidos como socios fundadores. A su vez, se estableció que las mujeres tenían voz y voto en las asambleas.

El terreno de la finca, también conocida como Bosque Hermoso y Las Gaviotas, llegaba más allá de la barranca que da hacia el río, pero dicho sector debió ser emparejado para poder utilizarse. Por el renta de esa parcela, se pagaba 100 pesos, y allí se realizaban los entrenamientos y jugaban los equipos juveniles. Los integrantes de la primera tenían amigos en el Club Atlético Dirección de Arquitectura, entonces, éstos les prestaban su cancha en la sede de Núñez y allí el SIC compitió durante tres temporadas.

Los colores con los que identificarían se aprobaron en la misma asamblea de fundación; eran celeste y blanco, como la escarapela, con un escudo en el medio. Luego, se hizo un concurso sobre cómo debía ser la camiseta, y ganó la propuesta del jugador Guillermo Lanusse que, incorporando el negro, diseñó un modelo muy similar al actual. La diferencia era que las partes blancas eran más amplias, y sólo tenía dos líneas celestes y negras. Así comulgaban todos los colores del CASI –el celeste pertenece al escudo y a la remera de fútbol–. Desde el primer momento, entonces, el SIC se vistió de la misma manera. Con el cambio de década, en los albores de los cuarenta, el dibujo de las casaca ya era similar al del presente.

En 1939 se adquirió parte del terreno actual, que tenía dos zanjas: una sobre la periferia de la calle Blanco Encalada y otra que partía el predio en dos –donde ahora está construido el edificio–. De ahí, el mote de Zanjeros. Lo que hoy es la cancha N° 1, se lo compraron con el transcurso de los años a un hombre que tenía allí una huerta, y sobre el terraplén de la colectora de la Panamericana –sector que les fue expropiado– había canchas de tenis.Los primeros campeones. La emigración de los mejores valores y los proyectos en ascenso, le permitió al SIC consolidar sus bases. Aceptado a intervenir en los certámenes de la Unión de Rugby del Río de La Plata como invitado, sólo actuaba en el Torneo Invitación, que se efectuaba a comienzo de año. Y en su primer año de existencia, ya cosechó títulos. En 1936 resultaron campeones la tercera de ascenso y la cuarta (torneo eliminación); en 1937 se coronó la segunda de ascenso y la primera ganó el Seven, y en 1938, la reserva, superando al CASI por 3-0, el 11 de septiembre.

Al CASI, por su parte, le costó cerca de una década recomponerse del éxodo de jugadores. Nueve años después de la ruptura, en 1943, la primera división volvió a dar la vuelta olímpica. En ese lapso, el SIC celebró las conquistas de los torneos de 1939 y 1941. En la recuperación del Atlético bastante tuvo que ver un hombre que luego sería un referente en el SIC: Francisco “Catamarca” Ocampo. El entrenador llegó al centenario club sanisidrense con su técnica de la bajadita en el scrum en 1942, y el CASI fue el primero en ponerla en práctica, aunque luego el SIC –al que Ocampo se incorporó en 1969– se haya quedado con la propiedad de esa sincronizada metodología de empuje.Ahora, otra historia. Afortunadamente, el tiempo depuró el encono que se había instalado en la segunda mitad de la década del treinta en San Isidro. Si bien ambos clubes no coinciden en sus gustos y/o estilos, sí existe el respeto y la comprensión. La rivalidad, por supuesto, es ferviente, apasionada, pero todo sucede dentro de un ambiente de confraternidad. Las diferencias entre ambos son parte del folclore del rugby argentino y, sin ellas, la verdad, no sería lo mismo.

Bautismo oficial

El debut oficial del SIC en un certamen local se produjo en el Torneo Invitación de 1936, cuya jornada inaugural se realizó el domingo 3 de mayo. En dicha oportunidad, el nuevo club de San Isidro, recibió en Núñez –en el campo de Arquitectura– a Olivos y perdió por 7-6. Emilio Cilley falló un intento de drop, pero los primeros puntos los marcó Alasdair Stewart, al apoyar un try a los 23 minutos del primer tiempo.

En dicho encuentro, el SIC formó con: R. de Abelleyra; A. Joost, F. Lonné, C. Pimentel y E. Cilley; M. Ferrere y J. Cilley; M. Cullen, A. Basso y E. Groteschi; A. Rodríguez Jurado y C. Zocchi; E. Cilley, A. Stewart y J. Stewart.

El 10 de mayo, en el segunda jornada, tampoco hubo festejo: lo venció por 16-0 Atlético del Rosario, el último campeón, en Plaza Jewell. A la semana siguiente tuvo fecha libre; el 24 de mayo, cayó como visitante ante Belgrano por 9-6, y el 31 de ese mes, en la cancha que usaba como propia, consiguió su primera victoria: ante Buenos Aires por 8-6. Allí concluyó su participación, pues Belgrano y Old Georginas, los punteros de cada una de las dos zonas, se clasificaron para la final, en la cual se consagró el conjunto de Virrey del Pino.

Autoridades

La primera comisión directiva del SIC estuvo constituida por una veintena de asociados. La misma se aprobó por unanimidad el 14 de diciembre de 1935, y fue la siguiente: presidente, José María Pirán, y vocales, Lisandro Beláustegui, Fortunato Canevari, Jorge Claypole, Luis Cilley, Rafael Cullen, Juan Andrés Delpiano, H. D. Hughes, Elías Meyer Arana, Jorge Montes de Oca, Martín Martínez Castro, Felipe Meyer Arana, Rafael Peacan del Sar, José María Pirán Balcarce, Adolfo Pividal, Agustín de Vedia, Angus Stewart, Fernando Waitz, Jorge Stewart y David Millar.

Los recuerdos de Maureen Dolan y Giménez Zapiola

Entres los jugadores que en 1935 se alejaron del CASI estaba Alfredo Giménez Zapiola, por entonces un tesonero integrante de la cuarta división que, con 17 años, sólo pensaba en seguir los ejemplos –en el estricto sentido de la palabra– de los integrantes de la primera. Siete décadas después de dicha partida y con 87 años, “El salteño”, un patriarca y baluarte en lo que es la vida del SIC, explica qué lo motivó a tomar semejante elección: “Nosotros (los chicos) éramos amigos de los jugadores de primera; ellos nos entrenaban y seguirlos fue como un acto de respeto y a su vez, de admiración, porque ellos eran nuestros referentes”.

Maureen Dolan, hermana de Mario y Heriberto (Belo), jugadores de la cuarta división, tenía diez años cuando sucedió la separación –actualmente tiene 80–; además, ella era una de las que ayudaba a distribuir “Nuestra palabra”. Cuando se le pide que rememore lo que sucedía por esos días en San Isidro, lo explica con devoción: “Eramos chicos y no teníamos la capacidad de discernir lo que estaba pasando, y todo era un revuelo porque San Isidro era un pueblo chico por entonces. Pero había casos de padres de nuestros amigos que les tenían prohibido a sus hijos que nos saludaran por la calle. ¡Era increíble! Hubo casos de abuelos que no dejaban entrar en su casa a los nietos que se habían ido al SIC… o aquellos que no permitían que la camiseta del SIC se lavara en el lavarropas donde se coloca toda la ropa de la familia.

“Gracias a Dios, eso se superó –agrega–, y ahora todos conviven con todos… hasta hay matrimonios que se formaron con gente de uno y otro club; o casos de jugadores de empezaron a jugar al rugby en uno, y después de fueron al otro”, expresó Maureen.

El mejor ejemplo de este ir y venir de una entidad a otra, fue el de J. S. “Cacho” Morganti, el único jugador que salió campeón con los primeros equipos de ambos clubes: en 1943 con el CASI, y en 1948 con el SIC. Morganti, además, fue capitán del seleccionado nacional en el Sudamericano de 1951.

Acto conmemorativo

Si bien no se fundó el 14 de julio, en el SIC toman como referencia dicha fecha, porque allí empezó a gestarse su nacimiento. De hecho, el salón donde se reúne la comisión directiva se llama “Rincón 14 de julio”. Pasado mañana, a modo de celebración por el 70° aniversario, en la sede central se hará una misa, a las 19.30, y luego los socios participarán de un cóctel.

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